Deséame suerte

Enamorados de una vida rota
de una carcajada mueca
de unos brazos que no abrazan
de unos ojos que se les olvidó llorar.
Enamorados de un pasado inerte
de una canción sin melodía
de una distancia inequívoca
de un mar sin sal.
¿Qué tan valientes somos para lanzarnos al precipicio de un querer?
¿Y si dura menos que el aleteo de un hada?
¿Y si dura más que una pintura egipcia?
¡Ay! pero si el amor existiese, de seguro ha de llevar tu nombre.

Olvidos que no duelen

Ayer después de algún tiempo volví a pensar en ti, en la manera tan sutil en que te fuiste, delicada despedida que apenas logré notar.
Admito que soñé despierta con tu ausencia, que limé mis vértices para encajar en la circunferencia de un corazón que nunca me perteneció, caminé buscándote hasta gastar las suelas de mis zapatos, hasta liquidar mis ganas y cansar el alma.
La indiferencia de tus gestos hicieron todo más fácil, tus besos desabridos y tus abrazos desganados fueron el inicio de un fin irreversible, tus pasos nunca me buscaron, tus dedos no se enlazaron con mis dedos.
No hubo culpables, no hubo crimen, no hubo víctimas, el amor se despidió y no dejó heridos. Creí que tu olvido iba a doler, que ibas a robarme calma y condecorarías insomnios, pero nada pasó, fuiste un rayo tenue en noche lluviosa, una brisa de Agosto, una nube en el cielo de alguna tarde de Jueves…
Bailamos un par de canciones, pero nuestros cuerpos no encajaron, la música se detuvo, solté tus manos y sonreí.

Varones Versos, la bitácora de Diego — Letrologias- PoemiandoAndo

Vayan a leerlo ❤️

Diego Alberto Moreno Abril desde Hermosillo, Sonora México engendra gotas de estrellas llenas de pequeños versos que evocan inmensos sentimientos. Desahoga su impotencia ante lo fatídico del diario vivir en líneas comunes y a la vez intrincadas que protestan desde el tedio de las redes. Evoca sentires que dejaron un sabor amargo, una melancolía que […]

Varones Versos, la bitácora de Diego — Letrologias- PoemiandoAndo

Conversaciones con mamá

La tristeza de mi madre se ha hecho soluble en su cuerpo

hace mucho que no veo sus dientes alineados en medialuna

yo le digo que sonría porque sonriendo luce más bonita de lo que ya es

pero no me escucha o no quiere escucharme.

Hay días que no reconozco su rostro,

como si sus ojos estuviesen infinitamente perdidos en algún lugar que echa de menos

ella me dice que no le hace falta nada, pero yo sé que no es verdad.

Esta mañana tomó el teléfono y había un aviso en la pantalla
“Cinco llamadas perdidas”

lo supo de inmediato,

cinco llamadas siempre indican malas noticias,

otra hermana se ha ido para siempre

no podrá abrazarla de nuevo

no podrá escuchar su risa

no podrá decirle adiós

ya no podrá.

Veinte años han pasado desde aquella despedida en el aeropuerto

si hubiese sabido que era la última vez tal vez habría perdido el vuelo

se habría quedado en ese pueblito que yo apenas alcanzo a recordar.

La tristeza se hace cada vez más sólida

son muchos adioses acumulados en un solo cuerpo

son muchas despedidas lejanas y silenciosas,

su corazón se ha vuelto a romper y no puedo repararlo

quisiera darle el mío pero me dice que no le corresponde

que algún día alguien estará a la altura de mi amor

y si lo recibe yo no podría reconocer cuando este amor toque mi puerta

a mí eso no me importa, pero ella insiste

cada que puede me repite que no quiere verme sola

que soy tan bonita que sería imperdonable no traer al mundo a alguien que se parezca a mí

yo solo río y le digo que no se preocupe, que no estaré sola si ella se queda conmigo.

Cuentito

Ojalá pudieras hacerte pequeñito para llevarte conmigo a cualquier parte
tan pequeño para cargarte como amuleto de buena suerte
para acompañarme en mis caminatas largas de los Sábados
y sentarte en mi dedo meñique cada Domingo a ver juntos el atardecer.

Te pondría en el bolsillo transparente de mi mochila
y serías el copiloto de cada recorrido en bicicleta
serías entonces tan diminuto que saltarías en cada bache
así que tendría que inventarme un casco y también un par de rodilleras.

Tomaríamos chocolate con malvaviscos cada Jueves
tú podrías nadar en mi taza vino tinto
o flotar como otra golosina en mi vasito azul
comeríamos galletas de naranja o quizá de arándanos
¿cuáles te gustan más?

Dormirías en mi mesa de noche,
en una cajita de fósforos que arreglaría para ti
pero sé que quizá me extrañarías
así que podrías acomodarte sobre mi pecho y arroparte con alguna hoja del jardín.

Si fueras así de pequeñito todo sería más fácil,
yo sería el gigante que te cuida
y tú el guardián que protege un corazón en ruinas.